miércoles, 25 de febrero de 2015

La gramática se practica



En 1947 Edmund Bergler describió por primera vez una condición mental que de tan solo pensar en padecerla me produce escalofríos: el bloqueo de escritor. Me atormenta la idea de que algún día me quede sin imaginación para escribir. Perder en un abrir y cerrar de ojos mi inspiración o presentar problemas creativos son algunas de mis pesadillas.

El bloqueo de escritor se da por causas distintas. En mí siempre se ha manifestado por la distracción de una serie de eventos que llenan de neblina las potestades creativas que yacen en mí y que estropean mis facultades de escritor. Hoy tengo bloqueo de escritor. Me siento terrible porque llevo ya tiempo frente a una hoja en Word vacía y no tengo ni la menor idea de cómo llenarla. Pero hoy, a diferencia de otras veces, esa neblina que me impide escribir tiene nombre. Sé de hecho a partir de ese nombre la razón por la que no he podido escribir nada. Mi neblina de esta semana se llama Normas APA, y si no he podido escribir nada es porque ya no se me ocurre nada para escribir sobre este tema.

Este tema lo tengo saturado porque me he encargado de saturarlo con lo que he escrito. Resaltar que las normas APA son importantes sería la cosa más redundante que podría hacer. Ya debe ser cansón leer una y otra vez aquí en este blog y en cualquier otro que uno sin normas APA es como Bonnie sin Clyde, Romeo sin Julieta o Kenan sin Kel. Ya entendimos completamente que tenemos una relación con las normas APA sin darnos cuenta y que debemos estar juntos hasta el final de los tiempos. Y de este matrimonio nacerán, como en todos los casamientos, unos hijos bellos y otros no tanto.

Ya no quiero hablar de la importancia de las APA. Voy a hablar entonces, aunque no sea mi estilo, sobre lo que pasó esta semana en clase.

La única manera en que a un estudiante no lo asuste la combinación de palabras entre parcial y sorpresa es que antes de esas vaya un prefijo: ¡Pre-parcial sorpresa! Así comenzó la clase del lunes. El test que hicimos en clase era un ensayo por internet. Una práctica para ver cómo estamos, qué hemos aprendido y qué debemos mejorar. Sin presión y sin afán contesté el simulacro de parcial: 10 preguntas, 10 respuestas correctas. Easy peasy lemon squeezy. Las preguntas del test giraron en torno a las últimas exposiciones sobre gramática, aunque  debo ser sincero: no puse mucho cuidado a las exposiciones. 

¿Cómo logré acertar en todo? No fue suerte, fue práctica. Es demasiado cliché decir que la práctica hace al maestro pero es la verdad. Las exposiciones de las últimas clases son, desde mi punto de vista, las más necesarias para los escritores. Las expositoras presentaron correctamente puntos trascendentales sobre gramática básica: uso de coma, paréntesis, corchetes y rayas. Pero para mí este tema, la gramática, no se enseña por medio de exposiciones, se ilustra y se aprende a través de la práctica. 

Cada una de las preguntas de ese test me resultaba familiar por textos que he leído o que he escrito. Esa fue la razón por la que saqué buena nota en el test. Sabía las respuestas por ensayos que he tenido que hacer. Sabía que una cita que tuviera más de 40 palabras tenía que llevar una fuente menor e ir en sangría. Sabía cómo se citaba al final del texto.

La gramática no es un conocimiento con el que haya nacido, es algo en lo que he ido trabajando desde que escribo y que se ha vuelto una materia más sencilla en mi vida. Pero antes de ser sencillo fue difícil. La gramática no es un tema fácil, es una materia que cuenta con muchas normas trabajosas de aprender. La mejor forma de interiorizar estas normas es llevándolas a la práctica. Hagamos uso de ellas a diario.

Podemos pasarnos mucho tiempo estudiando las normas, sean las APA, las de tránsito, las de la constitución; pero si queremos aprendernos de memoria esas normas, la mejor manera de hacerlo es llevándolas a la práctica. Es por eso que sigo escribiendo en este blog, escribir aquí es como ir 30 minutos a un gimnasio de letras. Aquí pongo en práctica todo lo que aprendo en clase y también ejercito un poco mis músculos de escritor para no quedarme atascado en un bloqueo. Es durante este ejercicio de escritura y lectura donde aprendemos realmente lo que se nos enseña en clase.  

miércoles, 18 de febrero de 2015


Llaves para encontrar: algo viejo, algo nuevo

En algún punto de nuestra vida vamos a tener que lidiar con el sentimiento de desesperación, presión y agobio de no encontrar algo tan mundano como las llaves de nuestra casa. Es algo trágico. Buscaremos culpables como duendes mágicos dedicados únicamente a hacernos pasar un mal rato escondiéndonos todo. Sacaremos conclusiones expeditas que condenan siempre a otros como los causantes de nuestra situación. Mi mamá siempre me ha dicho que deje las llaves en el mismo lugar para que no me pase eso, como si debiese seguir una norma de poner las llaves en el mismo sitio.

Este hecho tan particular y tan cotidiano como perder las llaves es el reflejo de la condición humana por naturaleza: vivir en desorden. Odio el desorden, me complica la existencia. Y lo digo como una persona que anduvo por esta vida desordenado hasta hace poco menos de un año.

Qué vida tan complicada me había formado. Sobre todo para hacer trabajos. Cuando estaba a punto  de concluir una idea aparecía otra que me hacía perder la anterior y me metía en un limbo mental por horas y horas hasta que recuperaba todo. Aprendí con el tiempo la cultura del registro. Comencé a registrar todo.

Algo peor me pasaba con los autores en los que trabajaba. Después de encontrar ideas que me eran útiles las incluía en mis textos sin hacer una cita formal y correcta. Mi idea de citar partía en poner todos los autores sobre los que había investigado al final de mi obra. Lo que los convertía a ellos en simples referentes para mí y a mí me convertía en un erudito del conocimiento; como si yo fuera el primero en decir lo que digo.

Comencé a analizar las obras sobre las que trabajaba en bases de datos. Me encontré con algo magnífico: todos y absolutamente todos los trabajos con los que me encontraba tenían un orden, seguían unos parámetros.

La verdad fue como descubrir que el agua moja. Sabía que las normas APA eran unas normas que estipulaban unos parámetros sobre los cuales debían ser presentados los trabajos. Pero las ignoraba. Las trataba mal. Les decía cosas feas: malditas leyes homogeneizadoras, por qué quieren que todos presentemos los trabajos como ustedes quieren.

Esa homogenización, esos parámetros únicos, esas normas que debemos seguir solo buscan hacernos la vida más sencilla. Los trabajos presentados bajo esas normas cuentan con un orden excelso, envidiable. Para explicarme mejor quiero hacer énfasis en un ejemplo, mi ejemplo.

Supongamos que vamos a hacer un trabajo sobre las tendencias culturales de los últimos años. Necesitamos para esto una gran cantidad de información. Y cuando digo grande quiero decir enorme. Leer todos los documentos científicos sobre este tema nos llevaría una vida. Yo lo tuve que hacer el semestre pasado y estaba perdido. Entonces apareció mi salvación: todos los textos estaban presentados con normas APA.

Todos los trabajos seguían entonces una estructura ya estipulada lo que facilitaba mi búsqueda, pues en esta estructura la información me era presentada de una forma más concreta.

Me bastaba con leer unos cuantos trabajos para darme cuenta de cuáles eran los autores más citados, los referentes que tenía que investigar. En los trabajos de estos autores me era aún más fácil el trabajo, pues en todos los textos se presenta un abstract que presenta una síntesis de los temas que va a abordar el trabajo. Así que recortaba mucho tiempo al identificar los trabajos que me eran útiles y los que no.

Una vez escogidos los trabajos me encontraba con citas y referencias a otros autores. Esto me ayudó a encontrar los autores principales de las ideas y por lo tanto entendía todo de una forma más clara.

Reconozco que las normas APA son tediosas de estudiar, pero tienen que ser estudiadas. En algún punto de mi vida puede que encuentre la iluminación divina y esta me lleve a escribir un texto científico (qué sé yo: podría escribir sobre el efecto de la ópera en ratones con trasplante de corazón). Y puede que haya alguien que quiera hacer un estudio sobre el mismo tema y busque información que lo ayude en su investigación. Cuando pase eso, mi texto estará presentado bajo las normas APA, pues le ayudarán a alguien a facilitar su investigación, tanto como me han ayudado a mí.

Las normas APA como el portallavero en donde ahora dejo mis llaves son costumbres tediosas que solo buscan facilitarnos la vida.

martes, 3 de febrero de 2015

Del uso de Twitter y del aprendizaje

Lo dije en un tweet, lo repito en mi vida y lo vuelvo a reiterar en la primera entrada de este, mi nuevo blog: Aprender es una iniciativa personal que no requiere ningún tipo de tutoría.

Tal vez sea la idea más llamativa que encontré en una de mis nuevas clases. Por supuesto que ya lo había pensado mucho antes, solo que no había encontrado cómo fundamentar mi planteamiento. A través del tiempo nos han explicado que la escuela, los tutores y el seguimiento a nuestro proceso de aprendizaje son primordiales para nuestro progreso educativo. Sí. Son importantes, pero no son fundamentales.

La era en la que nos encontramos llena de avances técnicos y tecnológicos en la comunicación nos ha permitido estar al alcance de la información a un click de distancia. Sin embargo, las herramientas ofrecidas a esta nueva generación (la mía) no han sido aprovechadas por todos; bien sea porque no cuentan con ellas aún, o porque no saben cómo utilizarlas; pero la peor de las razones es la más común: saber cómo utilizarlas y desperdiciar esas herramientas.

No digo que la procastinación (término de uso diario de mi generación) sea mala. Yo la practico. La practico a diario. Solo digo que ahora tenemos la oportunidad de aprender y conocer mucho más por tener herramientas que no tuvieron nuestros padres y que desearon en algún momento de sus vidas tener. Y estamos desperdiciando esas herramientas.

No es necesario que un tutor esté detrás de nosotros todo el tiempo para corregirnos. No es necesario que las entidades educativas, dígase escuela, dígase universidad, nos estén presionando con trabajos y tareas para que nosotros investiguemos. Tenemos la llave para abrir la puerta del conocimiento pero muchas veces no utilizamos esa llave. Para ponerlo en otras palabras: estamos dotados con el don de la comprensión de estas nuevas tecnologías, don que no tienen pero quisieran tener generaciones anteriores a la nuestra, y en muchos casos no hemos querido explotar ese don para sacarle el mayor provecho.

Recientemente vi en YouTube un video que se titulaba “Los secretos de Twitter”, un congreso sobre las nuevas tecnologías dirigido por Andy García.

El tipo comenzó mal. Comenzó citando el famoso “Ola k ase?” (oh maldita generación, ojalá Dios, el Papa y la RAE nos perdonen por destruir la lengua). Odio esta frase. Pero le encontré rápidamente el sentido a lo que pretendía comunicar Andy. Esta popular ingeniosidad de alguien que seguramente no cursó bachillerato, es solo conocida por quienes manejan las redes sociales. Si hoy le mandara a mi mamá  un mensaje que diga “ola k ase?” seguramente ella me diría que perdió toda la plata que invirtió en mi educación o que caí en un retraso mental. Pero es precisamente por eso, ella no entiende cómo manejar Twitter, yo sí.

Mientras Andy me iba explicando lo que para mí es obvio (el hashtag, el TT el RT) me fui dando cuenta de lo que es más obvio aún. Me fue fácil entender entonces la importancia que ha adquirido este tipo de redes en el mundo: para un comunicador (y para todas las profesiones realmente) es fundamental mantenerse enterado de qué es lo que pasa en el mundo y qué es lo que pasa con sus habitantes. Toda esa información se mantiene deambulando por ahí, en la red, en el Twitter. Y soy un privilegiado de poder saber cómo encontrar y manejar esa información.

Debo decirlo, los otros 56 minutos en los que duró hablando Andy fueron desesperantes para mí. Me sentí retrasado. Ese congreso fue una forma de enseñarles a personas que no tienen idea alguna de cómo manejar las herramientas de ahora. Pero yo soy alguien del siglo XXI; nací privilegiado con internet y el dios Google me protege de todo. Si compro un celular/televisor/computador a los 10 minutos ya sé cómo manejarlo. Para mí es muy fácil entender las nuevas tecnologías porque soy un nativo digital. Y Andy por alrededor de una hora me estaba explicando cosas que yo ya sabía; cosas que aprendí por mi cuenta ya que no tuve un tutor que me enseñara a usar Facebook o Twitter.

Para dar por finalizado esto y no extenderme más sobre los mismo puedo decir que las nuevas generaciones, nosotros los nativos digitales, necesitamos usar con mayor regularidad las herramientas que nos fueron dadas. Todo lo que podemos sacar de ahí es increíble no solo para nuestras vidas profesionales sino que también nos servirá para nuestras vidas cotidianas. Des-encapsular todo ese conocimiento que se encuentra al alcance de nosotros nos aportará un sinfín de recursos que explotará dotes como la creatividad, la innovación y el pensamiento. ¡Imagínense lo que podemos hacer solo con estas tres cosas! Todo es cuestión de aprendizaje y todo parte de una iniciativa personal.

Puntos a tratar sobre Twitter

Entre tanta aburrición que me iba generando el que Andy me explicara cosas que ya sabía pude encontrar ciertos aspectos sobre Twitter que quiero destacar antes de despedirme:

-Si van a mantener su cuenta protegida de los demás ¿para qué meterse a una red social en la que se comparten cosas con otros? ¡Se van a quedar atrapados en el mismo círculo social de siempre y no van a aprender nada nuevo! Lo interesante que le he podido encontrar a Twitter en los años en que lo llevo utilizando es que hay una gran variedad de pensamientos que me pueden aportar algo y que el mío le puede aportar algo a los demás (así sea a no pensar como yo). Si pudiera estipular los mandamientos sagrados del Twitter entre uno de ellos estaría: No debo ser cerrado de mente, debo admitir otros puntos de vista y compartir mis opiniones con los demás.

-Las nuevas tecnologías han creado nuevos lenguajes: entre tanto hashtag, RT, TT, follow me follow back, resulta fácil perderse, pero no es difícil aprender, todo parte de la iniciativa personal por hacerlo y se conjuga con la práctica día a día.

-Se han creado una gran variedad de aplicaciones que nos pueden ayudar a utilizar herramientas como Twitter de una mejor manera: podemos ver tweets bastante viejos, saber de qué se habla en zonas específicas, copiar una gran cantidad de tweets a un documento en PDF, linkear nuestras webs con Twitter, etc. Aprender a manejar estas aplicaciones no es tan difícil y pueden convertirse en una valiosa herramienta para nuestros fines.

-Así como puede ser vista como una valiosa herramienta también puede ser vista como una peligrosa arma (y una de doble filo). Así como tenemos la oportunidad de compartir nuestro pensamiento es importante pensar antes de que publiquemos. Un solo tweet puede desencadenar en una ola de repercusiones sobre un tema. Casos se han visto en el que por publicar cosas antes de pensar en las repercusiones que podemos causar con esas publicaciones las cosas no terminan bien.


-Como todo en la era del capitalismo Twitter es una gran empresa. Se puede desde ganar dinero hasta pagar con tweets en la modalidad Pay with tweets (esa sí no me la sabía). Ese método de propaganda me pareció bastante curioso y de ese tipo de marketing se pueden sacar cosas interesantes.