miércoles, 22 de abril de 2015

La atención del nuevo siglo: una sensación efímera

Esta entrada de mi blog será la más corta de todas. Me encuentro escribiendo en un estado somnoliento, con ganas de escribir pero muchas más ganas de dormir. Sin embargo esta es una anécdota divertida que no podía dejar pasar.

El día lunes luego de exponer en clase el tema de la atención y su importancia, salí con mi compañera María Fernanda alias "Mafe" a coger transporte para nuestras casas. Mafe y yo vivimos a dos cuadras de distancia por lo que desde hace dos semestres compartimos transporte. Antes de irnos yo debía pedir unos libros en la biblioteca de la universidad y Mafe muy amablemente decidió acompañarme. 

Cuando íbamos a la biblioteca yo saqué mi celular para mirar el número de referencia del libro mientras Mafe me daba consejos de cómo exfoliarse la piel, una combinación rara entre agua y azúcar que había visto en internet mientras yo exponía el tema de la atención (esto es verdaderamente irónico por cómo se va a desarrollar esta historia). Mafe me hablaba de la piel y yo me repetía mentalmente una y otra vez  "330.973 F18C 1956 Historia económica de los Estados Unidos" la referencia del libro.

En algún punto de nuestra conversación Mafe me dijo que no tenía recargada la tarjeta del Transmilenio y yo en algún punto le dije que yo tampoco, eso lo tengo muy claro. Sin embargo nadie le puso cuidado al otro porque teníamos en nuestras mentes cosas completamente diferentes que no nos permitieron ponernos atención. Entramos a la biblioteca, sacamos el libro y salimos a coger el Transmilenio. Cuando nos subimos al Transmilenio yo pasé mi tarjeta que tenía solo un pasaje y Mafe me pidió que se la pasara, yo le dije que solo tenía un pasaje y que no tenía la tarjeta cargada, Mafe me respondió diciéndome que me había dicho que ella no tenía pasajes en su tarjeta. Finalmente una niña amablemente le prestó un pasaje de su tarjeta a Mafe y ella le dio la plata del pasaje, eso fue lo de menos, aunque la situación fue un poco bochornosa. A partir de esto comencé a hacerme las siguientes preguntas: ¿la culpa fue de Mafe por no ponerme atención cuando le dije que no tenía sino un pasaje? ¿la culpa fue de Mafe por no cargar la tarjeta cuando sale de casa? ¿será que yo no le puse atención a Mafe cuando me dijo que no tenía pasajes? ¿tendré exfoliada la piel o debo someterme a ese tratamiento que dijo Mafe? ¿cuáles son las ventajas de una piel exfoliada? ¿volverá a irse Mafe conmigo en el Transmilenio después de hablar sobre ella en mi blog?

Para casi todas esas preguntas tengo una respuesta. Ni Mafe ni yo nos pusimos completa atención cuando nos hablamos el uno al otro, es una condición humana que sobrepone en nuestras mentes los temas personales por encima de los temas de los otros. Sí, yo le puse atención cuando ella me hablaba del tratamiento de la piel y ella me puso atención cuando le dije el nombre del libro. Sin embargo no logramos atrapar todos los datos de nuestra conversación porque nuestras mentes no estaban sumergidas en lo que hablábamos en el momento sino en lo que pensábamos sobre otro momento, yo concentrado en mi libro, ella en no sé, la piel. 

Sentir el momento es uno de los factores cruciales para lograr la mayor concentración ya que el 100% de concentración es casi imposible. Ayer por la noche fui al concierto de Imagine Dragons, el primer concierto de mi vida aunque resulte difícil de creer (los conciertos gratis para mi no cuentan porque no se paga por ver a un artista). Es una banda que me gusta mucho y por eso decidí invertirles los cien mil pesitos que costó la boleta para verlos en vivo. Cuando la banda tocó sus canciones más reconocidas todo el mundo las cantó pero no todos estaban concentrados completamente en el momento, ya que tenían sus celulares afuera tomándose fotos o grabando. Muchos tendrán el recuerdo del concierto de Imagine grabado en el celular. Pero será un recuerdo casi vacío porque no sintieron la emoción de las canciones en su momento sino que mucho después, a través de una pantalla y ya no en vivo sino en una simple reproducción, sentirán sensaciones efímeras y vagas de ver a la banda tocando a través de una pantalla.

La atención es una habilidad que es bien recibida en el mercado laboral, sin embargo, no todos tienen la capacidad de desarrollarla ya que muchos en vez de concentrarse en el momento en el que están optan por entregar sus sensaciones a un futuro lejano en el que no se encuentran, que los hace divagar. No estoy diciendo que no se tomen fotos, son un grato recuerdo. Solo digo que hay momentos para tomarse fotos y otros que no lo ameritan, como cuando está tocando una banda en vivo, en frente de nosotros.

martes, 7 de abril de 2015

El Niño no se rinde

La razón de este texto es por Fernando, porque nunca se ha rendido y nunca se rendirá. Eso es lo que pienso y pensaré hasta el día en que Fernando le diga basta al deporte. Fernando “El Niño” Torres es hoy uno de los jugadores con más burlas en el mundo del fútbol, sin embargo hace siete años era uno de los delanteros más cotizados del mundo, uno de los artilleros más letales y un jugador emblema de su club, el Liverpool.

Hace poco en Goal.com leí que El Niño se rendía, y sí, se rindió, se venció ante una multitud de aficionados del Liverpool en Inglaterra, su segunda casa. Tenía que ser así, no existía ninguna otra razón por la que “The Kid” se fuera a rendir. Era un titular amarillo, como todos los de eso que llaman “periodismo deportivo”. Me asustó cuando leí ese titular y por eso abrí el enlace inmediatamente hasta leer por completo la noticia. En un partido de exjugadores del Liverpool, los hinchas en Anfield, el estadio de los Reds, aclamaron el nombre de Fernando durante todo el juego. Después del partido Torres le agradeció a la afición y se rindió frente a la gran cantidad de alabanzas que le lanzaban, esa ha sido la única rendición de Fernando hasta ahora.

Fernando no se ha rendido y no se rendirá, sigue en pie de lucha aunque lo asedie una avalancha de burlas cada vez que juegue. Él no se caerá porque no es su estilo. Si bien su nivel de juego no es nada parecido al que tenía hace siete años él sigue jugando y poco a poco ha levantado su nivel aunque nunca será como antes. Ante las adversidades El Niño, El Mono, seguirá luchando, y aunque la vea difícil nunca tirará la toalla.

¿Por qué hablo de Fernando Torres y de fútbol en un blog de información y documentación? La razón es simple: en la clase del lunes algo dijo el profesor Cobos que me hizo recordar a Torres, algo sobre no rendirse tan fácil. Para esta semana teníamos que hacer un video-tutorial sobre la herramienta RefWorks, algo realmente sencillo de utilizar cuando se le pone práctica. Sin embargo hubo gente que se rendía, que no lo intentaba. La raza humana ha llegado hasta donde está por llevarse hasta el límite, por darlo todo hasta el final. No somos una raza que se rinda frente a las adversidades. Es nuestra capacidad de ingenio la que nos ha permitido llegar hasta acá. Hemos aprendido a utilizar las herramientas sin que nadie nos enseñe porque corre por nuestras venas sangre aventurera, queremos saber cómo funciona todo y somos capaces de descubrirlo por nosotros mismos, sin preguntar. Me enorgulleció mucho cuando el profesor nos dijo que nuestra clase no había preguntado cómo se hacía el trabajo, simplemente fuimos nosotros quienes lo investigamos.



Pongo el ejemplo de Fernando porque él es un ejemplo para mí, él no se ha rendido y no veo ninguna razón para que yo lo haga. Si Torres sigue jugando fútbol a pesar de todas las burlas que le hacen, a pesar de dejar de ser uno de los mejores delanteros del mundo, de convertirse en un peón mal pagado del deporte ¿por qué a mí me va a quedar grande hacer un tutorial y montarlo a YouTube? Sigan el ejemplo del Niño en sus vidas y nunca se rindan frente a las adversidades. Esta es una de mis filosofías de vida: si Torres siguió jugando yo nunca me voy a rendir en lo que me proponga.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Perdóneme amigo francés

Bonjour mon ami:
 
Me acabo de dar cuenta que me leyeron en Francia, fue usted amigo francés. Ante todo lo saludo amablemente; amo Francia y espero poder ir algún día. Si me leyó por accidente, está bien, por lo menos esta anécdota me sirve para comenzar a escribir mi entrada de hoy.
 
Si se ha puesto a leer con cuidado notará que este blog es para una clase. En esta clase analizamos las normas APA, unas tediosas normas que rigen los trabajos de los estudiantes y profesionales desde la época de colegio. No sabe lo cansado que estoy de estudiar esto amigo francés. Prefiero escuchar a Justin Bieber que seguir viendo estas normas.
 
Ahora nos encontramos analizando la importancia de la privacidad en las redes sociales. No se imagina los casos que hemos visto amigo francés. Niñas que accidentalmente invitan a miles de personas a una fiesta, gente que conoce al amor de su vida por Facebook, etc.
 
Hemos visto ya dos videos de 1 hora sobre el tema del cuidado de las redes sociales y nadie ha sabido dar en el punto para resumir la problemática sobre la privacidad. Esto es lo que pienso amigo francés: si usted usa redes y no quiere tener problemas pues no la cague. Así de fácil.
 
No haga de sus datos algo público. No suba fotos que le puedan afectar más adelante su vida. No la cague amigo francés. Haga de lo que no quiere que sea público algo privado. Si usted se emborracha amigo francés, y tiene fotos muy gueule de bois (enguayabado) en la Torre Eiffel que pueden afectar su vida laboral o familiar, pues no las publique. Es una recomendación con cariño.
 
Hablando sobre fotos, ¿se ha fijado en mi foto de perfil? Perdóneme amigo francés, si le doy una mala impresión de mi con esa foto.
 
La historia de esa foto es bastante graciosa. Es un montaje que me hizo un amigo. La verdadera foto era  un cuadro pintoresco: yo parado sobre un andén en la Calle 26 pidiendo un aventón en un día bastante soleado, vestido con un saco morado y sosteniendo un cartel que decía “Modelia”. La razón de que me encontrara pidiendo aventón fue porque ese día hubo un problemilla en la U. Nacional,  algunos muchachos se estaban tirando piedras con la policía y no dejaban pasar carros. Luego de salir del tropel –sin tirar piedra- me fui caminando hasta mi casa con mi primo Daniel. Luego de caminar una hora decidimos pedir aventón. Yo saqué un bloc de papel y escribí el nombre de mi barrio para que un bogotano de bien se solidarizara y nos acercara un poco. Los bogotanos de bien no pasaron ese día por ahí, por lo que llegamos a mi casa caminando, no sin que antes Daniel me tomara esa foto que pasaría a la historia.
 
Yo subí esa foto a Facebook y tuvo una gran cantidad de “me gusta”. Meses después a mí me operaron de urgencia porque me dio peritonitis. Un amigo al que quiero mucho sacó la foto de Facebook y le cambió el “Modelia” por el “No tengo apéndice” que está en mi foto de perfil. Si tuviera otro apéndice se me hubiera explotado de la risa que me dio cuando vi esa imagen. Guardo y publico esa imagen por la gracia que me causó y no veo algo que me perjudique en ella.
 
De esta divertida historia podemos aprender algo usted y yo mi amigo francés. Las cosas que subimos a la red pueden ser manipuladas por otras personas y no estamos exentos de salir perjudicados. Así que si usted va a compartir algo tan personal como una foto piense bien en lo que otras personas pueden hacer. Internet es un lugar peligroso y lo privado puede ser público si no le ponemos las restricciones debidas. Afortunadamente quien hizo el montaje de mi foto fue un gran amigo y el resultado fue algo gracioso, pero alguien pudo haber hecho un montaje perverso con mi foto para perjudicarme: alguien pudo haber puesto un mensaje como “soy uribista (odio la paz)”.
Espero que esté cuidando sus datos personales mi amigo francés.
 
Salut mon ami.

lunes, 9 de marzo de 2015

La cláusula invisible



Alguien sabe dónde vivo. Alguien sabe lo que hago. Alguien sabe lo que busco. Alguien sabe lo que pienso. Alguien sabe lo que veo. Alguien sabe lo que escucho. Alguien sabe cómo soy. Alguien sabe lo que quiero hacer antes de que quiera hacerlo. Es increíble. Alguien puede tener mi huella. Alguien sabe todo de mí, pero yo no sé nada de ese alguien.

La información que le he dado a una gran cantidad de páginas no ha sido privada. Mis datos personales ahora son parte de una gran base de datos en la que se especifica muy bien como soy. Toda la información que le doy a internet sobre mí vida le sirve a empresas para saber qué venderme.
Yo era escéptico frente a ese tema hasta que hace unos meses me di cuenta que en mis redes sociales solo circulaba publicidad referente a temas que me gustaban. 

El proporcionar información hace parte del contrato que se firma cuando se utiliza internet. Toda la información -desde una pequeña búsqueda en Wikipedia hasta la proporción de datos personales- va a ser utilizada para el reconocimiento de un sujeto como comprador a partir de sus gustos. Una jugada muy sucia por parte de las empresas.

Lo que me intriga no es saber por qué, sino quién. El por qué es fácil explicarlo: necesitan saber cómo soy para saber qué venderme y cómo vendérmelo. Pero me inquieta saber ¿Quién sabe todo sobre mí? ¿Qué piensa de mí después de saber todo lo que sabe? Me preocupa también el hecho de que mis datos en internet proporcionen una imagen equivocada de lo que soy. El hecho de que en algún punto de mi vida haya buscado cómo hacer bombas caseras o cómo montar una mina antipersonal no quiere decir que sea un terrorista. Solo un muchacho curioso por entender la maldad del mundo. A partir de esto me desvela el pensar que mi información personal sea pública pero me angustia más la idea de pensar cómo borrarla.

Internet –como los humanos- tiene memoria y es imposible borrar de la memoria de alguien algo que ya ha sido registrado. Claro, se puede dejar de circular esa información, pero esta, al ser registrada, permanecerá deambulando por la memoria de otros y es imposible controlar esa circulación. 

Es improbable que se elimine de internet información que atente contra la integridad de una persona. Por ejemplo: las fotos que circularon el año pasado de desnudos de una gran cantidad de celebridades aún circulan en internet (me contó un amigo). Eliminar estas fotos es imposible de hacer porque así se eliminen de los sitios de internet -que vendría a ser la memoria central- probablemente sigan circulando en una gran cantidad de computadores –que vendrían a ser unas memorias periféricas- en donde han sido guardadas. Eso aplica para todos los casos.

Entonces alegar por un derecho al olvido vendría a ser una pelea que no lograría nada. Si se logra regular el contenido de internet para eliminar el contenido que afecte la integridad de una persona, hay una gran posibilidad de que ese contenido ya esté almacenado en otra memoria. Le aseguro a Jennifer Lawrence que aunque ella pague lo que sea por borrar sus fotos de internet, estas ya no van a estar solo ahí porque ahora están en otra memoria y pueden volver a circular en cualquier momento.

La regulación de contenido en internet es algo incontrolable. NO se puede regular la circulación de información -aunque queramos- porque en una hiperconexión de memorias como lo es la conexión a internet, es imposible tener un control sobre todo. El contenido que a veces atenta contra la dignidad humana no es un problema para abrir un debate sobre la circulación de información en internet, es un problema para ponernos en tela de juicio a nosotros mismos como sociedad y a lo que somos capaces de hacer con las herramientas que nos son suministradas.

Utilizar internet es reconocer una clausula invisible escrita dentro de un contrato imaginario en el que están adscritos una serie de cosas intangibles como el respeto por la integridad personal y ajena. Hemos violado esta cláusula llevándola a los límites de la perversión, a inmiscuirnos en asuntos ajenos y hasta invadir la totalidad del otro. El problema no yace en internet, el problema está en el hombre puesto que internet es solo una herramienta. Y ya que el hombre es incorregible solo nos resta ser cuidadosos con la información que le damos a la red.

miércoles, 25 de febrero de 2015

La gramática se practica



En 1947 Edmund Bergler describió por primera vez una condición mental que de tan solo pensar en padecerla me produce escalofríos: el bloqueo de escritor. Me atormenta la idea de que algún día me quede sin imaginación para escribir. Perder en un abrir y cerrar de ojos mi inspiración o presentar problemas creativos son algunas de mis pesadillas.

El bloqueo de escritor se da por causas distintas. En mí siempre se ha manifestado por la distracción de una serie de eventos que llenan de neblina las potestades creativas que yacen en mí y que estropean mis facultades de escritor. Hoy tengo bloqueo de escritor. Me siento terrible porque llevo ya tiempo frente a una hoja en Word vacía y no tengo ni la menor idea de cómo llenarla. Pero hoy, a diferencia de otras veces, esa neblina que me impide escribir tiene nombre. Sé de hecho a partir de ese nombre la razón por la que no he podido escribir nada. Mi neblina de esta semana se llama Normas APA, y si no he podido escribir nada es porque ya no se me ocurre nada para escribir sobre este tema.

Este tema lo tengo saturado porque me he encargado de saturarlo con lo que he escrito. Resaltar que las normas APA son importantes sería la cosa más redundante que podría hacer. Ya debe ser cansón leer una y otra vez aquí en este blog y en cualquier otro que uno sin normas APA es como Bonnie sin Clyde, Romeo sin Julieta o Kenan sin Kel. Ya entendimos completamente que tenemos una relación con las normas APA sin darnos cuenta y que debemos estar juntos hasta el final de los tiempos. Y de este matrimonio nacerán, como en todos los casamientos, unos hijos bellos y otros no tanto.

Ya no quiero hablar de la importancia de las APA. Voy a hablar entonces, aunque no sea mi estilo, sobre lo que pasó esta semana en clase.

La única manera en que a un estudiante no lo asuste la combinación de palabras entre parcial y sorpresa es que antes de esas vaya un prefijo: ¡Pre-parcial sorpresa! Así comenzó la clase del lunes. El test que hicimos en clase era un ensayo por internet. Una práctica para ver cómo estamos, qué hemos aprendido y qué debemos mejorar. Sin presión y sin afán contesté el simulacro de parcial: 10 preguntas, 10 respuestas correctas. Easy peasy lemon squeezy. Las preguntas del test giraron en torno a las últimas exposiciones sobre gramática, aunque  debo ser sincero: no puse mucho cuidado a las exposiciones. 

¿Cómo logré acertar en todo? No fue suerte, fue práctica. Es demasiado cliché decir que la práctica hace al maestro pero es la verdad. Las exposiciones de las últimas clases son, desde mi punto de vista, las más necesarias para los escritores. Las expositoras presentaron correctamente puntos trascendentales sobre gramática básica: uso de coma, paréntesis, corchetes y rayas. Pero para mí este tema, la gramática, no se enseña por medio de exposiciones, se ilustra y se aprende a través de la práctica. 

Cada una de las preguntas de ese test me resultaba familiar por textos que he leído o que he escrito. Esa fue la razón por la que saqué buena nota en el test. Sabía las respuestas por ensayos que he tenido que hacer. Sabía que una cita que tuviera más de 40 palabras tenía que llevar una fuente menor e ir en sangría. Sabía cómo se citaba al final del texto.

La gramática no es un conocimiento con el que haya nacido, es algo en lo que he ido trabajando desde que escribo y que se ha vuelto una materia más sencilla en mi vida. Pero antes de ser sencillo fue difícil. La gramática no es un tema fácil, es una materia que cuenta con muchas normas trabajosas de aprender. La mejor forma de interiorizar estas normas es llevándolas a la práctica. Hagamos uso de ellas a diario.

Podemos pasarnos mucho tiempo estudiando las normas, sean las APA, las de tránsito, las de la constitución; pero si queremos aprendernos de memoria esas normas, la mejor manera de hacerlo es llevándolas a la práctica. Es por eso que sigo escribiendo en este blog, escribir aquí es como ir 30 minutos a un gimnasio de letras. Aquí pongo en práctica todo lo que aprendo en clase y también ejercito un poco mis músculos de escritor para no quedarme atascado en un bloqueo. Es durante este ejercicio de escritura y lectura donde aprendemos realmente lo que se nos enseña en clase.  

miércoles, 18 de febrero de 2015


Llaves para encontrar: algo viejo, algo nuevo

En algún punto de nuestra vida vamos a tener que lidiar con el sentimiento de desesperación, presión y agobio de no encontrar algo tan mundano como las llaves de nuestra casa. Es algo trágico. Buscaremos culpables como duendes mágicos dedicados únicamente a hacernos pasar un mal rato escondiéndonos todo. Sacaremos conclusiones expeditas que condenan siempre a otros como los causantes de nuestra situación. Mi mamá siempre me ha dicho que deje las llaves en el mismo lugar para que no me pase eso, como si debiese seguir una norma de poner las llaves en el mismo sitio.

Este hecho tan particular y tan cotidiano como perder las llaves es el reflejo de la condición humana por naturaleza: vivir en desorden. Odio el desorden, me complica la existencia. Y lo digo como una persona que anduvo por esta vida desordenado hasta hace poco menos de un año.

Qué vida tan complicada me había formado. Sobre todo para hacer trabajos. Cuando estaba a punto  de concluir una idea aparecía otra que me hacía perder la anterior y me metía en un limbo mental por horas y horas hasta que recuperaba todo. Aprendí con el tiempo la cultura del registro. Comencé a registrar todo.

Algo peor me pasaba con los autores en los que trabajaba. Después de encontrar ideas que me eran útiles las incluía en mis textos sin hacer una cita formal y correcta. Mi idea de citar partía en poner todos los autores sobre los que había investigado al final de mi obra. Lo que los convertía a ellos en simples referentes para mí y a mí me convertía en un erudito del conocimiento; como si yo fuera el primero en decir lo que digo.

Comencé a analizar las obras sobre las que trabajaba en bases de datos. Me encontré con algo magnífico: todos y absolutamente todos los trabajos con los que me encontraba tenían un orden, seguían unos parámetros.

La verdad fue como descubrir que el agua moja. Sabía que las normas APA eran unas normas que estipulaban unos parámetros sobre los cuales debían ser presentados los trabajos. Pero las ignoraba. Las trataba mal. Les decía cosas feas: malditas leyes homogeneizadoras, por qué quieren que todos presentemos los trabajos como ustedes quieren.

Esa homogenización, esos parámetros únicos, esas normas que debemos seguir solo buscan hacernos la vida más sencilla. Los trabajos presentados bajo esas normas cuentan con un orden excelso, envidiable. Para explicarme mejor quiero hacer énfasis en un ejemplo, mi ejemplo.

Supongamos que vamos a hacer un trabajo sobre las tendencias culturales de los últimos años. Necesitamos para esto una gran cantidad de información. Y cuando digo grande quiero decir enorme. Leer todos los documentos científicos sobre este tema nos llevaría una vida. Yo lo tuve que hacer el semestre pasado y estaba perdido. Entonces apareció mi salvación: todos los textos estaban presentados con normas APA.

Todos los trabajos seguían entonces una estructura ya estipulada lo que facilitaba mi búsqueda, pues en esta estructura la información me era presentada de una forma más concreta.

Me bastaba con leer unos cuantos trabajos para darme cuenta de cuáles eran los autores más citados, los referentes que tenía que investigar. En los trabajos de estos autores me era aún más fácil el trabajo, pues en todos los textos se presenta un abstract que presenta una síntesis de los temas que va a abordar el trabajo. Así que recortaba mucho tiempo al identificar los trabajos que me eran útiles y los que no.

Una vez escogidos los trabajos me encontraba con citas y referencias a otros autores. Esto me ayudó a encontrar los autores principales de las ideas y por lo tanto entendía todo de una forma más clara.

Reconozco que las normas APA son tediosas de estudiar, pero tienen que ser estudiadas. En algún punto de mi vida puede que encuentre la iluminación divina y esta me lleve a escribir un texto científico (qué sé yo: podría escribir sobre el efecto de la ópera en ratones con trasplante de corazón). Y puede que haya alguien que quiera hacer un estudio sobre el mismo tema y busque información que lo ayude en su investigación. Cuando pase eso, mi texto estará presentado bajo las normas APA, pues le ayudarán a alguien a facilitar su investigación, tanto como me han ayudado a mí.

Las normas APA como el portallavero en donde ahora dejo mis llaves son costumbres tediosas que solo buscan facilitarnos la vida.

martes, 3 de febrero de 2015

Del uso de Twitter y del aprendizaje

Lo dije en un tweet, lo repito en mi vida y lo vuelvo a reiterar en la primera entrada de este, mi nuevo blog: Aprender es una iniciativa personal que no requiere ningún tipo de tutoría.

Tal vez sea la idea más llamativa que encontré en una de mis nuevas clases. Por supuesto que ya lo había pensado mucho antes, solo que no había encontrado cómo fundamentar mi planteamiento. A través del tiempo nos han explicado que la escuela, los tutores y el seguimiento a nuestro proceso de aprendizaje son primordiales para nuestro progreso educativo. Sí. Son importantes, pero no son fundamentales.

La era en la que nos encontramos llena de avances técnicos y tecnológicos en la comunicación nos ha permitido estar al alcance de la información a un click de distancia. Sin embargo, las herramientas ofrecidas a esta nueva generación (la mía) no han sido aprovechadas por todos; bien sea porque no cuentan con ellas aún, o porque no saben cómo utilizarlas; pero la peor de las razones es la más común: saber cómo utilizarlas y desperdiciar esas herramientas.

No digo que la procastinación (término de uso diario de mi generación) sea mala. Yo la practico. La practico a diario. Solo digo que ahora tenemos la oportunidad de aprender y conocer mucho más por tener herramientas que no tuvieron nuestros padres y que desearon en algún momento de sus vidas tener. Y estamos desperdiciando esas herramientas.

No es necesario que un tutor esté detrás de nosotros todo el tiempo para corregirnos. No es necesario que las entidades educativas, dígase escuela, dígase universidad, nos estén presionando con trabajos y tareas para que nosotros investiguemos. Tenemos la llave para abrir la puerta del conocimiento pero muchas veces no utilizamos esa llave. Para ponerlo en otras palabras: estamos dotados con el don de la comprensión de estas nuevas tecnologías, don que no tienen pero quisieran tener generaciones anteriores a la nuestra, y en muchos casos no hemos querido explotar ese don para sacarle el mayor provecho.

Recientemente vi en YouTube un video que se titulaba “Los secretos de Twitter”, un congreso sobre las nuevas tecnologías dirigido por Andy García.

El tipo comenzó mal. Comenzó citando el famoso “Ola k ase?” (oh maldita generación, ojalá Dios, el Papa y la RAE nos perdonen por destruir la lengua). Odio esta frase. Pero le encontré rápidamente el sentido a lo que pretendía comunicar Andy. Esta popular ingeniosidad de alguien que seguramente no cursó bachillerato, es solo conocida por quienes manejan las redes sociales. Si hoy le mandara a mi mamá  un mensaje que diga “ola k ase?” seguramente ella me diría que perdió toda la plata que invirtió en mi educación o que caí en un retraso mental. Pero es precisamente por eso, ella no entiende cómo manejar Twitter, yo sí.

Mientras Andy me iba explicando lo que para mí es obvio (el hashtag, el TT el RT) me fui dando cuenta de lo que es más obvio aún. Me fue fácil entender entonces la importancia que ha adquirido este tipo de redes en el mundo: para un comunicador (y para todas las profesiones realmente) es fundamental mantenerse enterado de qué es lo que pasa en el mundo y qué es lo que pasa con sus habitantes. Toda esa información se mantiene deambulando por ahí, en la red, en el Twitter. Y soy un privilegiado de poder saber cómo encontrar y manejar esa información.

Debo decirlo, los otros 56 minutos en los que duró hablando Andy fueron desesperantes para mí. Me sentí retrasado. Ese congreso fue una forma de enseñarles a personas que no tienen idea alguna de cómo manejar las herramientas de ahora. Pero yo soy alguien del siglo XXI; nací privilegiado con internet y el dios Google me protege de todo. Si compro un celular/televisor/computador a los 10 minutos ya sé cómo manejarlo. Para mí es muy fácil entender las nuevas tecnologías porque soy un nativo digital. Y Andy por alrededor de una hora me estaba explicando cosas que yo ya sabía; cosas que aprendí por mi cuenta ya que no tuve un tutor que me enseñara a usar Facebook o Twitter.

Para dar por finalizado esto y no extenderme más sobre los mismo puedo decir que las nuevas generaciones, nosotros los nativos digitales, necesitamos usar con mayor regularidad las herramientas que nos fueron dadas. Todo lo que podemos sacar de ahí es increíble no solo para nuestras vidas profesionales sino que también nos servirá para nuestras vidas cotidianas. Des-encapsular todo ese conocimiento que se encuentra al alcance de nosotros nos aportará un sinfín de recursos que explotará dotes como la creatividad, la innovación y el pensamiento. ¡Imagínense lo que podemos hacer solo con estas tres cosas! Todo es cuestión de aprendizaje y todo parte de una iniciativa personal.

Puntos a tratar sobre Twitter

Entre tanta aburrición que me iba generando el que Andy me explicara cosas que ya sabía pude encontrar ciertos aspectos sobre Twitter que quiero destacar antes de despedirme:

-Si van a mantener su cuenta protegida de los demás ¿para qué meterse a una red social en la que se comparten cosas con otros? ¡Se van a quedar atrapados en el mismo círculo social de siempre y no van a aprender nada nuevo! Lo interesante que le he podido encontrar a Twitter en los años en que lo llevo utilizando es que hay una gran variedad de pensamientos que me pueden aportar algo y que el mío le puede aportar algo a los demás (así sea a no pensar como yo). Si pudiera estipular los mandamientos sagrados del Twitter entre uno de ellos estaría: No debo ser cerrado de mente, debo admitir otros puntos de vista y compartir mis opiniones con los demás.

-Las nuevas tecnologías han creado nuevos lenguajes: entre tanto hashtag, RT, TT, follow me follow back, resulta fácil perderse, pero no es difícil aprender, todo parte de la iniciativa personal por hacerlo y se conjuga con la práctica día a día.

-Se han creado una gran variedad de aplicaciones que nos pueden ayudar a utilizar herramientas como Twitter de una mejor manera: podemos ver tweets bastante viejos, saber de qué se habla en zonas específicas, copiar una gran cantidad de tweets a un documento en PDF, linkear nuestras webs con Twitter, etc. Aprender a manejar estas aplicaciones no es tan difícil y pueden convertirse en una valiosa herramienta para nuestros fines.

-Así como puede ser vista como una valiosa herramienta también puede ser vista como una peligrosa arma (y una de doble filo). Así como tenemos la oportunidad de compartir nuestro pensamiento es importante pensar antes de que publiquemos. Un solo tweet puede desencadenar en una ola de repercusiones sobre un tema. Casos se han visto en el que por publicar cosas antes de pensar en las repercusiones que podemos causar con esas publicaciones las cosas no terminan bien.


-Como todo en la era del capitalismo Twitter es una gran empresa. Se puede desde ganar dinero hasta pagar con tweets en la modalidad Pay with tweets (esa sí no me la sabía). Ese método de propaganda me pareció bastante curioso y de ese tipo de marketing se pueden sacar cosas interesantes.